jueves, mayo 31, 2007

 

Eneko


Siempre me ha gustado Cuttlas y, por ello, cuando me enteré de que había dejado El País y estaba colaborando en el 20 Minutos, empecé a seguirlo. Pero un día, pinché en un enlace que había junto al suyo, de viñetas de un tal Eneko, al que no tenía el gusto de conocer... y bendita sea la curiosidad.
Su dibujo de hoy, como otros muchos, es para enmarcarlo.

martes, mayo 29, 2007

 
¿Alguna vez habéis padecido en vuestras proximidades una tía a dieta? ¿Y a alguien que está dejando de fumar?... Si la respuesta es sí, sabréis que en ambos casos se trata de personas que, como por arte de magia, se vuelven insoportables. En el primero de lo casos, la presunta gorda --porque normalmente lo que le sobran son dos o tres kilos que se van meneando un poco el culo y comiendo menos donetes-- tiende a observarte con una graciosa mezcla de furia, envidia y asco porque tú no lo estás, escena que se agrava si es la hora de comer y te estás zampando un bocata mientras ella se conforma con una manzana o unas cuantas hojas de lechuga sin aceite. Algunas hijas de puta, encima empiezan con lo del colesterol, que si tú también tendrías que empezar a cuidarte, bla bla bla.
Con los ex fumadores suele ocurrir lo mismo y las probabilidades cósmicas de que la conversación termine derivando en las terribles enfermedades que vas a padecer te ponen tan nerviosa que no puedes evitar fumarte dos pitillos más de una tacada aunque sólo sea por el canguelo del momento.

En ambos casos, lo que ocurre es que esas personas no terminan de tener interiorizado el proceso al que se enfrentan y, para reafirmarse, necesitan que tú te sientas mal por no darte la gana de pasarlas tan putas como ellos. De esta forma, ellos pueden decirse: qué fuerte soy, no como esta inútil de pulmones negros y arterias untadas en manteca.

Realizado este tosco pero no menos clarificador ejercicio de psicoanálisis --gracias, ferias del libro españolas por proporcionarme tantos libros de Freud a precio de saldo-- se puede concluir lo que ocurre con los hermanos ésos que gobiernan en Polonia y que andan un poco obsesionados con que a los niños del país no les enseñen profes maricas y/o de pasado comunista.

Ahora les ha dado por indagar a ver si el Tinky Winky es marica y van a iniciar una investigación no sea que a los críos les de por chupar pollas al ver a un alienígena de peluche con un bolso. Esto, evidentemente, demuestra que el par de gemelos son retrasados. No porque piensen distinto de mí --que también-- sino porque hace como siete u ocho años que se especula con eso y, a parte de que el marciano de marras tiene más pluma que un palomo cojo, es fácil encontrar testimonios audiovisuales de sus prácticas sodomitas.



A la vista del percal, no puedo más que recomendar a estos gemelos, conjuntamente, lo que recomiendo a mis amigas a plan y a mis amigos ex fumadores por separado: anda y cógete un par de butifarras, métete en la boca un buen puro y ¡CALLATE YA!

sábado, mayo 26, 2007

 

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Yo no voy a decir nada... es que hay cosas que, simplemente, te dejan sin palabras y, aunque hablemos de vírgenes, en este caso, embarazan...




lunes, mayo 21, 2007

 

Devociones, aficiones y profesiones

El próximo fin de semana, diez años y pico después de empezar, abandonaré definitivamente mi dedicación profesional a los medios de comunicación para centrarme en exclusiva en mi negocio. Mucha gente me pregunta: 'No te da un poco de pena dejarlo?'... Mi respuesta siempre se manifiesta retorciendo el hocico hacia la expresión de 'puaj', en la que finalmente se articula un rotundo 'NO!'.

Los primeros años en este trabajo eran hasta cierto punto esperanzadores. La inocencia y la ingenuidad me permitían seguir teniendo confianza en eso de 'ya irá a mejor todo', pero lo cierto es que no ha sido así, sino más bien al contrario. Llegó un punto en que dejé de aprender cosas productivas de esta profesión. El único conocimiento que se ha ido remarcando hasta el infinito es el de que nos gobiernan una panda de bastardos analfabetos que, no contentos con reírse de nosotros, nos obligan a reproducir al pie de la letra las estupideces que sus lenguas incultas y manchadas con comilonas de partido profieren. Y todo ello, encima, por cuatro perras gordas, sin cotizar y sin tiempo para tener una vida propia.

Si algo he extraído de todo este tiempo de fines de semana trabajando, de vacaciones de un máximo de 15 días y de reproducción obligada y mecánica de estulticias ajenas, es que convertir tu devoción o afición en profesión, hiere de muerte a las dos primeras, hasta el punto que las terminas odiando. De hecho, saber cómo se construye un periódico o cómo se prepara un programa de radio o televisión, ver sus tripas podridas y crepitantes, me convirtió en alguien incapaz de dedicar el más insignificante minuto de mi tiempo libre a consultar los medios.

Y lo que me permite extrapolar esa máxima es, precisamente, que desde que monté el bar me está ocurriendo lo mismo. Antes me gustaba salir por las noches, tomarme unas cervezas... pero ahora... ahora me he vuelto abstemia y lo último que se me ocurre hacer es cerrar el bar para irme a otro. He sustituído la caña por el agua con gas sin el más mínimo esfuerzo psicológico. Literalmente, me da asco el alcohol.

Por lo tanto, ahora sólo me queda el vicio del tabaco, porque el de las mujeres también lo dejé... bueno, más bien lo singularicé hasta reducirlo a una sóla... y desde luego, si veo que no soy capaz de abandonar los trujas así como así, a Dios pongo por testigo de que terminaré montando un estanco.

jueves, mayo 10, 2007

 

Las ratas

Hacía tiempo que no hablaba de política. Quizá porque el asunto ha adquirido ya unos tintes tan cotidianamente absurdos que llegan a aburrir. Sin embargo, el domingo pasado tuve que dar cuenta de una información que, pese a la resistencia natural que había generado hacia la perplejidad, consiguió abrirme los ojos como platos y obligarme a releer lo que había llegado a mis manos --y que luego tenía que manufacturar con palabras más bonitas y asequibles--.

No descubro nada si digo que es práctica habitual en políticos y gentuza semejante eso de bañarse en un mar o río convertido en cloaca para demostrar su salubridad. A nuestra mente vienen, aunque no lo hayamos vivido en primera persona siquiera, los calzones sobaqueros de Fraga cuando cayó la bomba en Palomares (Almería).

Esto acació allá por 1966 e imagino que los casos similares son innumerables por toda la geografía patria. De hecho, hace menos de un año el alcalde de Pontevedra, Fernández Lores --del BNG, para demostrar que estas cosas no son patrimonio exclusivo de la derecha-- se bañó en el Lérez, que sigue oliendo a perros muertos, para dejar claro que su gestión lo había dejado como una patena. El hombre no murió, pero tratándose de un político, cuya configuración genética siempre es más próxima a la de una rata que en el resto de mortales, no es un detalle significativo.

Pero, como decía, lo verdaderamente estupefaciente para mi cerebro fue que el otro día asistimos en Santiago a una reformulación de este arcaico concepto. Y, tal y como os teméis, no fue para mejor, para dignificar en algo esa profesión, sino para incrementar mis deseos de que a este planeta le caiga un meteorito que nos mande a todos a tomar por saco para siempre.

Y es que el flamante candidato del PP a la Alcaldía de Compostela --ciudad ahora gobernada por el PSOE--, Gerardo Conde Roa, no se le ocurrió otra cosa que bañarse en el Sarela, un río cuya composición no dista mucho de la del retrete de mi bar una noche de viernes. ¿Y para qué se bañó? Evidentemente, no para demostrar las virtudes de su gestión, sino para demostrar que por culpa de los sociatas el río está lleno de mierda y para prometer, acto seguido, que él lo limpiará hasta dejarlo que se puedan mojar sopas de pan. Como podréis adivinar, a éste ni tan siquiera le salió un sarpullido. Ya se sabe. Las ratas, que todo lo resisten.

sábado, mayo 05, 2007

 

Tamaños

Que el tamaño no importa no sólo forma parte de la retórica de la Cosmopolitan en su sección de 'Cartas a la redacción'. En el fondo, tiene razón, aunque en el caso concreto al que se suele referir la citada publicación sea, probablemente, el que menos razón lleva sobre cuestiones de tamaño.

Yo en este caso me quería referir al tamaño de las nadas, esto es, al de los ceros... en un número de cuenta. Desde Manrique hasta el Chivi, pasando por el Señor Mojón, llevaban razón... en su esencia... y es que existen una serie de puntos, ya sean la muerte, los coños, o las heces, que son los que verdaderamente nos unen a todos, por encima de cualquier otro factor. En este caso, lo que nos une, son los efectos del alcohol... Conocidas son por todos las fases de la embriaguez... ya sabéis... sonrisita, exaltación de la amistad, 'no te lo había dicho hasta ahora pero que sepas que te admiro la hostia...', cantos populares, 'si es preciso meo tras ese vehículo'... todo, hasta llegar a la fase de... 'me cago en Dios, qué hambre tengo', con el consiguiente paso por algún 24 horas en el que sirven hamburguesas que saben a perros muertos pero que, bajo esa tesitura, percibes como si de alta cocina se tratara.

Todo esto es a colación de la novísima actualidad de uno de los ídolos de este ascoespacio, David Hasselhoff, al que se le ha cachado con una cogorza del quince hablando de sus penas mientras se zampa una hamburguesa apetecible a más no poder para el estado de embriaguez en el que actualmente me hallo.



Más allá de la anécdota, una que es una enferma, después de reírse, empieza a pensar... y sí, se le vienen a la cabeza todas aquellas rayaduras metafísicas del instituto... que si los sueños sueños son, que si los ríos que van al mar... ya sabéis, mariconadas dedicadas anónimamente a objetos de nuestro amor en etapa adolescente... y mucho, mucho más...

Y ese 'mucho, mucho más' es lo que realmente aterra... esa pregunta, perenne, para quien se interroga sobre cómo es posible que aun con tanta diferencia de clase, social y todas esas cosas, es posible que exista afinidad entre seres tan completamente distantes. Esa unión a través de la situación patética, del fondo rascado con el culo, que a todos nos une... como el amor, como el placer y como la muerte.

Sí, quizá es eso... el asco a todo, el hastío, la frustración por lo que teniendo lo que todos desean, no se ha conseguido, es lo que nos une... por encima de nadas, por encima de todos, por encima de dioses... es eso lo que nos une. Pero, quién sabe... puede que todo esto no sea, en fin, más que una anécdota...

miércoles, mayo 02, 2007

 

Una palabra

Dicen que una imagen vale más que mil palabras... ¡y una mierda! Cuando doy mi palabra, vale más que mil imágenes y que mil documentos ante notario. Por eso, aunque el cumplimiento de la palabra que di el pasado sábado llega con unas horas de retraso, la cumplo. Y explico, aunque sea brevemente, tanto la demora del citado cumplimiento como mi ausencia prolongada por la blogosfera.

Nada, hijos míos, que me ha dado el venazo emprendedor. Y por ello, tras el par de meses de vacaciones que me tomé al terminar las oposiciones, se me planteó la oportunidad de montar un pequeño negocio. Y así he estado, junto a mi socia y amigas varias, de albañila, de pintora de brocha gorda, de carpintera, de gestora de mi-mini-patrimonio... todo ello para, desde el pasado lunes, hacer posible algo tan excitante como... servir cafés y copas.

Confío en que esta nueva etapa termine por fin con la precariedad que he venido padeciendo, en solidaridad con el 90% de los jóvenes de este país, desde que ingresé en el mercado laboral. De hecho, confío en que la necesidad del resto de jóvenes de evadirse de esa precariedad los lleve a consumir ingentes cantidades de copas -a 4 euros y nada de garrafón, oiga-, cafés y demás productos mayoritariamente líquidos que ofrecemos.

Y espero también que, con esta explicación, quienes pensaban que mi ausencia estaba única y exclusivamente motivada por eso del amor -que a lo tonto sigue durando, como las pilas del conejo-, comprendan que no es así. Tengo demasiadas ganas de seguir cagándome en el mundo, por mucho que a mi amante le diga mariconadas cada vez que la tengo al lado, así que ahora mismo sólo aspiro a asentarme un poco en el negocio y, entonces, prometo volver. Y cuando yo prometo... es una palabra.

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