lunes, febrero 27, 2006

 

La censura a la etimología

Ando muy pero que muy liada estos días y siento para los devotos no haber podido proporcionar una nueva entrega de Charming Caspa. Rezad por que me convierta en funcionaria y entonces tendréis eso y todo lo que me pidais.

El caso es que iba a contar un momento de autocensura al que me tuve que enfrentar ayer en el trabajo. Llegó a mis manos una información nacional basada en datos del Instituto Nacional de Estadística sobre la edad media en que a las españolas nos da por reproducirnos. Al respecto, diré que las vascas son las que más se lo piensan, mientras que en Ceuta, Melilla y Canarias echan críos al mundo con una alegría pasmosa. Ya se sabe que no es lo mismo quitarse una camiseta en enero en Santurce que en Tenerife...

La citada noticia también aludía a las comunidades de este gran país en las que hay más hijos nacidos de madres "no casadas". Y lo entrecomillo, porque ése es el término preciso que usa el INE. Pues nada, me puse a husmear en la web del susodicho instituto para ampliar datos sobre Galicia, redacté la información y comentando a la jefa lo que estaba haciendo, me dijo que si no era mejor poner como subtítulo que "El 21% de los gallegos nacidos en 2004 fueron de madre soltera" en lugar de "de madre no casada".

Me opuse al cambio porque las madres solteras son las que tienen a los niños ellas solas, mientras que las no casadas pueden ser solteras o tener una pareja de una pila de años con la que simplemente no han pasado por el juzgado. Con tal justificación, me tuvo que dar la razón, claro, pero entonces me entró la duda existencial, porque también es cierto que eso de "no casadas" me sonaba raro. Es como si a los negros, a los vietnamitas o a los árabes los llamásemos "no blancos".

Total, que mi propuesta ante el término "no casadas" era uno mucho más preciso y contundente: "El 21% de los gallegos nacidos en 2004 fueron bastardos". Te evitas introducir una negación en el subtítulo, lo haces más directo... vaya, lo que te dicen en la facultad que hagas. Qué contenta estaba, que había dado en el clavo... pero mi jefa, directamente, me dijo que era una animal, lo cual le consiento respecto a otros ámbitos en los que sí lo soy, pero no en éste. Y para defender mi postura, confirmé la definición del calificativo en mi querido diccionario on-line de la RAE, siendo ésta su respuesta:

bastardo, da.

1. m. y f. hijo nacido de una unión no matrimonial.

2. m. y f. hijo de padres que no podían contraer matrimonio al tiempo de la concepción ni al del nacimiento.





3. m. y f. hijo ilegítimo de padre conocido.


¿Tenía razón yo o no la tenía? Pues nada, al final tuve que dejar lo de "no casadas" no fuera a ser que los políticos se nos enfadasen... otra victoria más de la corrección política y de los eufemismos. ¡Serán hijos de damas de compañía!

viernes, febrero 17, 2006

 

Charming caspa (II)


Tranquilos. No son Juan Montoya y su primo Jonathan 'El Rubio'. Bien es cierto que su aspecto los vincula casi inevitablemente a las vitrinas de cualquier gasolinera y que resultaría creíble pensar que proceden de Carabanchel. Pero no, no es el caso. Tampoco son andaluces de Triana que canta a la Virgen de los Dolores Hermosos. De hecho, no son españoles, sino alemanes, muy rudos ellos, aunque canten en falsete.

Ellos son Dieter Bohlen y Thomas Anders, esto es, Modern Talking. Y la verdad es que los adoro. Me encanta su estilo camp, entendido como aquel en el que nunca tienes claro si quien canta es un hombre o una mujer. Vale, con Patti Smith ocurre lo mismo, pero ésa es como que va más en serio.

Los Modern Talking, en cambio, por mucho que hayan tratado de abandonar los caldados y adecuar sus atuendos a las nuevas tendencias marcadas por El Corte Inglés, siempre tienen ese punto paleto inocente que me pierde. Ellos cantan al amor, sí, pero a ese amor de poemas llenos de ripios que escribes a los 12 ó 13 años, cuando tu cara es prácticamente indescifrable entre tantos granos. Como muestra, uno de sus clásicos: 'You're my hearth, you're my soul'

Here's the number one track for the love of my life
Everything I sacrifice just to make her my wife
You kick me hot like fire, never cold like ice
I'll pay any price 'cause she's just that nice
Every line of my rhyme is dedicated to you
And I'll always be true, never will you be blue
You're the best for me, I'll love you till I grow old
Worth more than gold 'cause you're my heart and soul

You're my heart, you're my soul
I keep it shining everywhere I go
You're my heart, you're my soul
I'll be holding you forever
Stay with you together

En las canciones de los Modern no hay una en la que no se incluyan las palabras soul o heart. Pero aún así, el plato fuerte, lo que realmente marca son sus videoclips. A parte de ser la mejor forma de contemplar su atuendo en movimiento, suponen un despliegue inigualable de cortinillas y fundidos absurdos. Cuadraditos en movimiento para pasar del rubio al moreno, primerísimos planos en los que se aprecia el mal uso de la laca, humo que asciende por sus espaldas... pero lo mejor de lo mejor llega en los momentos cumbres de cualquier canción. Ahí, justo en ese instante: ZAS! Giro de cuello y corte a otro plano...

No tiene sentido que lo siga describiendo. Podéis contemplarlo por vosotros mismos:

Videoclip de "You're my heart, you're my soul"
Videoclip de "Cheri Cheri Lady"
Videoclip de "Jeronimo's Cadillac" <---- Atención a los pantalones, al estilo de baile y al uso del zoom.



 

De mayor quiero ser caca


Por fin he encontrado mi vocación. Un poco tarde, sí, lo reconozco, pero a la vista de lo bien que le va en este país a los cacos, yo de mayor -vamos, ya mismo- quiero ser caca. Teniendo en cuenta que me gusta esto de los ordenadores, puedo precisar aún más: quiero ser una ciber-caca.

Mi nueva aspiración vital ha surgido de esta noticia. Está bien a las claras que estudiar sirve de poco y como vivo ejemplo tenemos a la jueza protagonista de la información. Hija mía, cinco años de Derecho más las oposiciones a Judicatura ¿para esto?. Podría entender que tras tantos años preparando unas oposiciones y dejando pasar entre leyes escritas por sádicos del lenguaje los mejores años de su vida, se ensañara con los inculpados. Pero qué va. La tía nos va de moderna y dice que si usas la tarjeta de otro para comprarte un devedé por Internet, pues oye, la culpa no es tuya, querida cibercaca, sino de la tienda, que se supone que debe saber si quien teclea es el dueño de la tarjeta o cualquier otro de los 6.500 millones de humanos que pueblan el planeta. Y mira, ¿sabéis qué? Ahora que yo también estoy estudiando mucho, acabo de iluminarme por su sabio modo de pensar. La culpa no es ni de la tienda ni de los cibercacos. Es del gilipollas que tiene tarjeta de crédito. De toda la vida se ha ido al banco a sacar dinero con la cartilla y se ha guardado en un calcetín. Tanta modernura, coño.

martes, febrero 14, 2006

 

Charming caspa (I)


Hay infinidad personajes que pueblan nuestra iconología más bizarra, pero algunos de ellos, quizá porque da la impresión de que hacen lo que hacen con la vehemencia de un niño, tienen un punto entrañable. Los ves en la tele y te da la risa floja, no sabes bien por qué, pero te la da. Te aparecen en el teletienda y, en el fondo, te cuesta cambiar.

Eso me ha pasado siempre con Chuck Norris. Basta que alguien mencione su nombre, que ya empiezo a reír y a rememorar en mi cabeza sus patadas giratorio-voladoras reproducidas desde diversos planos a cámara lenta o el viril modo en que se apoya en la puerta de su todo terreno, el rostro compungido cuando ha de entregarse para que no le hagan daño a la chica...

La facilidad con la que este personaje, que siempre se ha interpretado a si mismo, encarna todos los arquetipos del macho man con sentimientos me encanta. Es algo que, por ejemplo, no me ha inspirado nunca otro experto en dar porrazos, como Van Damme. Van Damme se sabe guapo y lo de pegar patadas no es sino una excusa para lucir el palmito. Oh, pero Chuck... Chuck cree en la capacidad liberadora de sus puñetazos y watas, en su función de redención mundial. Chuck es auténtico.

 

Un regalito

Bueno, como no me quiero poner tremendista, haré caso a eso en lo que tanto insisten los amigos cuando te ven ahí lloricosilla en un rincón: intentar mirar las cosas por el lado positivo.
Vale, pues a ello voy, porque aunque no se puede decir que lo que me regalaron ayer noche fuese especiálmente romántico, sí que fue una información de ésas que te aporta elementos a los que seguir agarrándote para hacer los días un pelín menos insoportables.

Se trata de algo tan simple como una web, mira tú: www.pandora.com Es ideal para personas hastiadas de encontrarse siempre lo mismo en las radios y en las tiendas de discos, porque una vez te registras, que es un minuto, te permite crearte "radiostations". Empiezas cada una de las radiostations con el nombre de algún artista que te guste y, a partir de ahí, te va mostrando piezas de otros artistas que guardan similitudes sonoras -que además te explica- con el que has señalado inicialmente. No obstante, de cada canción tienes que decirle si te gusta o no y, a partir de ahí, va haciéndose un perfil de tu gusto para seguir mostrándote temas que tengan parecido.

Obviamente, la web no tiene incluidos todos los artistas que deseas, pero supongo que se irá ampliando. Ayer, de hecho, quería tirar del hilo de música mariconsona a partir de Fangoria y no estaba en la base de datos, pero bueno, en cualquier caso, sigue siendo una web bastante interesante para descubrir grupos desconocidos y, además, si uno te gusta mucho y no lo encuentras en la mula, te permite comprar directamente sus temas a través de iTunes. Una gozada.

 

¿A quién voy a engañar?

Que no, que una no puede ir contra todo cada día del calendario. Podría mentir como una bellaca y decir: odio San Valentín. Que si por el consumismo, por la cursilada, por los escaparates llenos muestras de amor no aptas para diabéticos... ¡y una mierda!

Odio San Valentín, sí, especialmente éste, porque me gustaría tener ganas de ser cursi. Porque además, me gustaría poder serlo con la misma persona que es objeto de mi ira. Y eso es una contradicción demasiado insoportable en los días en que todo el mundo es aparentemente feliz.

lunes, febrero 13, 2006

 

Réquiem por una ex tocapelotas

Zorra, puta, hija de la susodicha, guarra... son muchos los adjetivos que podría dedicar a esta mujer, pero por la habitualidad con que éstos se emplean y porque, quiero pensar, lo normal no es encontrarse con gente de esta calaña, consideré que la mejor forma de despedirme de ella para siempre era utilizando una palabra más refinada y rebuscada, eso sí, cargada de imprescindible crueldad.

- No quiero verte más porque eres una pusilánime
- ¿Qué? ¿Pusilánime?
- Sí, pusilánime

Ella sabía que no se trataba de un piropo, pero lo cierto es que apostaría cualquier extremidad de mi cuerpo a que su conclusión, más que tener origen en conocimientos profundos de etimología castellana, se basaba en el hecho de que había pronunciado la palabra de marras con un tono que, cuando menos, podría definirse como furibundo.

Así pues, en su rostro se reflejaba una doble dimensión de ofensa. Por un lado, la de
aquel que se sabe tocado por un insulto, y por otro, la del frustrado que no sabe cómo defenderse de tal agravio porque ignora el alcance real de la agresión verbal.

- Pero, pero...
- Ni pero ni limón. Quiero que te vayas de mi vida de una puta vez.
- Ya, pero... ¿qué coño es pusilánime?

Podría pensarse en su descargo que la curiosidad, el interés por seguir aprendiendo a sus casi treinta años de edad, era tan potente que, en lugar de centrar su atención en el hecho de que estaba mandándola a la mierda, lo hizo sobre la forma en que había manifestado tal ruego.

Sin embargo, los nueve meses que habían pasado desde que nos conocimos, me daban un bagaje de experiencia lo suficientemente amplio como para poder aseverar que la verdadera razón por la que tenía interés en conocer el significado de pusilánime, lejos del filológico, tenía más que ver con el pavor que le provocaba pensar que podía estar refiriéndome a su forma de vestir o a alguna acumulación indeseable de grasa en cualquier parte de su cuerpo.

Tal era la circunspección facial que presentaba que, por un momento, aparté de mí la sensación de arcada que me provocó la confesión de su última tropelía y, teniendo en cuenta que cabía la posibilidad de que interpretase pusilánime como una alusión terrorífica a su parte estética, decidí ahí mismo abrir el portátil, conectarme al wi-fi desprotegido del vecino y acceder a la web de la RAE para que, por ella misma, comprobase que podía estar tranquila.

Por un lado, noté cómo respiraba aliviada, en la medida en que la primera lectura de la definición de la palabra parecía despejar cualquier alusión a su físico. Luego, tuve que esperar unos cuarenta y cinco segundos para que realizase las demás lecturas necesarias hasta llegar a una comprensión del concepto. Me dio tiempo a encender un pitillo hasta que levantó la cabeza, me miró y se puso la mano en la nuca para decirme:

- Yo no soy así.
- ¿Ah, no? Dime por qué no.
- No sé, pero yo no soy así.
- Pues yo sí sé por qué eres así... vamos, me lo has demostrado demasiadas veces desde que te conozco.
- ¡No es verdad!
- Hala, vale, ya está. Para ti la perra gorda.
- Joooo

Sus “jooo” siempre venían empujados por el sonido de una especie de puchero intantiloide. Algo así como si fuese dicho por Leticia Sabater. Y además, sus “jooo” solían manifestarse cuando le terminaba dando la razón y era perfectamente consciente de que no la tenía.

Cada vez que una conversación tomaba estos derroteros, se terminaba haciendo un breve lapso de silencio. El suficiente para que sus sinapsis hallasen la artillería pesada de la autocomplacencia y el posterior chantaje emocional.

- Jo, es que ya sabes que no sé muy bien lo que quiero... que estoy confundida por todo lo que me ha pasado. Pero en ningún momento he querido hacerte daño, de verdad.

En ningún momento ha querido hacerme daño. Me ha regalado una colección completa de sombreros de mangas que ni en los coleccionables de Planeta de Agostini y cada vez que le he pedido que por favor desaparezca, ha vuelto lloriqueando y con la cabeza gacha, balbuceando un “lo siento”. Pero oye, sin querer, eh. Eres un negro de mierda, pero con cariño, eh. Te huele el aliento a perros muertos, pero lo digo sin ofender, eh...

¡Si seré desagradecida!. Que sí, que la niña me ha destrozado los nervios en los últimos meses de mi vida, que le ha dado la vena flamenca y se ha puesto a bailar soleás sobre mi dignidad. Vale, es verdad. Pero ha sido sin querer. Entiéndela. Pobrecilla. ¿No te das cuenta de que sólo es una víctima de la sociedad?

¿Qué clase de persona soy? Mi egoísmo me ciega y no soy capaz de atisbar que la culpa de todo la tienen sus circunstancias. ¿Qué coño? La culpa de todo debe de ser mía y merezco que, sin querer o queriendo, me trate como a una escobilla del wáter.

viernes, febrero 10, 2006

 

¿Qué me pasa doctor?

No sé qué me ocurre. Desde hace un par de semanas me noto distinta. Lamentablemente, me miro al espejo y sigo viendo el mismo careto, pero supongo que eso sólo se arregla con cirugía y es normal que siga igual o, incluso, a peor. Sin embargo, no ocurre lo mismo con mi yo interior y está empezando a preocuparme, porque por momentos me ha tentado la posibilidad de bajarme de Internet algún disco de Kitaro.

Y es que ya no siento la misma necesidad de cagarme en todo lo que se menea. Ya no me invade la furia incontrolable, mi habitual mala hostia y vocabulario soez. Dios mío, y por momentos llego a pensar que la vida tiene cosas bonitas. Encima, he dejado el café, tomo leche de soja y ya no me muerdo las uñas, estudio religiosamente mis ocho horas diarias y los fines de semana voy a trabajar completamente sobria.

¿Qué me pasa, doctor? Ni tan siquiera me he enamorado, que podría ser una respuesta lógica al extraño estado vital en que empiezo a encontrarme. Tampoco estoy tomando antidepresivos ni le doy al pegamento Imedio. Por si fuera poco, hace tiempo que no practico el noble arte del apareamiento...

Menos mal que dentro de nada está aquí San Valentín y me cabrearé...

jueves, febrero 02, 2006

 

Bendita tolerancia

Con lo feliz que estaba yo en mi burbuja de apuntes y para un día que me da por ver qué ocurre en el planeta, el destino me recuerda las sabias palabras de mi madre: Virgencica, que me quede como estoy.

La noticia en cuestión es ésta en la que habla de la que se ha liado porque a unos caricaturistas les ha dado por dibujar a Alá con un turbante y una bomba pegada. A los moritos no les ha hecho gracia y ahora, para compensar la broma, dicen que van a secuestrar gabachos y daneses allá por donde campen. Una medida la mar de proporcionada y que, sin lugar a dudas, evidencia que el que le puso una bomba al turbante no tenía argumento alguno para hacerlo.

This page is powered by Blogger. Isn't yours?