lunes, mayo 21, 2007

 

Devociones, aficiones y profesiones

El próximo fin de semana, diez años y pico después de empezar, abandonaré definitivamente mi dedicación profesional a los medios de comunicación para centrarme en exclusiva en mi negocio. Mucha gente me pregunta: 'No te da un poco de pena dejarlo?'... Mi respuesta siempre se manifiesta retorciendo el hocico hacia la expresión de 'puaj', en la que finalmente se articula un rotundo 'NO!'.

Los primeros años en este trabajo eran hasta cierto punto esperanzadores. La inocencia y la ingenuidad me permitían seguir teniendo confianza en eso de 'ya irá a mejor todo', pero lo cierto es que no ha sido así, sino más bien al contrario. Llegó un punto en que dejé de aprender cosas productivas de esta profesión. El único conocimiento que se ha ido remarcando hasta el infinito es el de que nos gobiernan una panda de bastardos analfabetos que, no contentos con reírse de nosotros, nos obligan a reproducir al pie de la letra las estupideces que sus lenguas incultas y manchadas con comilonas de partido profieren. Y todo ello, encima, por cuatro perras gordas, sin cotizar y sin tiempo para tener una vida propia.

Si algo he extraído de todo este tiempo de fines de semana trabajando, de vacaciones de un máximo de 15 días y de reproducción obligada y mecánica de estulticias ajenas, es que convertir tu devoción o afición en profesión, hiere de muerte a las dos primeras, hasta el punto que las terminas odiando. De hecho, saber cómo se construye un periódico o cómo se prepara un programa de radio o televisión, ver sus tripas podridas y crepitantes, me convirtió en alguien incapaz de dedicar el más insignificante minuto de mi tiempo libre a consultar los medios.

Y lo que me permite extrapolar esa máxima es, precisamente, que desde que monté el bar me está ocurriendo lo mismo. Antes me gustaba salir por las noches, tomarme unas cervezas... pero ahora... ahora me he vuelto abstemia y lo último que se me ocurre hacer es cerrar el bar para irme a otro. He sustituído la caña por el agua con gas sin el más mínimo esfuerzo psicológico. Literalmente, me da asco el alcohol.

Por lo tanto, ahora sólo me queda el vicio del tabaco, porque el de las mujeres también lo dejé... bueno, más bien lo singularicé hasta reducirlo a una sóla... y desde luego, si veo que no soy capaz de abandonar los trujas así como así, a Dios pongo por testigo de que terminaré montando un estanco.

Regurgitaciones:
Te entiendo, te entiendo. Tambien hay quien deja de comprar discos de cierto francés ;-)

Y sobre las vocaciones, mi hermano estudió periodismo (en la Pompeu fabra, poca broma) y acabó de kioskero, casi ná.

Por cierto, necesitas un camarero? :-D
 
duro y a la cañita! jejeje.
Un saludo.
 
Ay, el vicio etílico se retoma rápido...
Hostelería I debería ser una optativa de periodismo.
 
Publicar un comentario



<< Home

This page is powered by Blogger. Isn't yours?