lunes, enero 02, 2006

 

El intermitente, ese adorno navideño

Hace unos años ya, muchos asistimos a cómo numerosos padres mongoloides llevaban a sus vástagos al cine a ver South Park. Los muy idiotas, como veían el cartel con dibujitos animados pensaron en consecuencia que disfrutarían de una de esas películas en las que todos cantan y que concluyen con alguna moraleja probablemente reaccionaria... aunque bueno, para eso también están las películas con las que nos deleita Steven Spielberg.

A lo que iba... ese proceso mental subconsciente o subnormal por el cual se identifican automáticamente dibujos animados con cine infantil es el mismo que afecta a esa luz titilante ubicada junto a los faros de cualquier vehículo: los intermitentes. Cuando la gente se compra un coche, al ver cómo se encienden y se apagan, debe de tener una especie de evocación subliminal de la Navidad: oh, mira cómo parpadea, qué bonito!

A ello atribuyo, porque de lo contrario soy incapaz de comprenderlo, que en cualquiera de los momentos de interacción con turismos, motos, camiones o fragonetas, todos se olviden de utilizarlos. Deben de ser almas ecologistas, más ahora que aún hedemos a los homenajes de John Lennon, que consideran que en estas fechas, con las luces del Corte Inglés y de la Alameda basta y llega para celebrar la venida de Cristo al mundo.

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