HostiaputaYA!

¿Cómo reorientar de una forma productiva a tanto hijo de puta suelto? ¿Cómo extraer utilidades positivas de sus quehaceres diarios? La solución la tiene Turbo Silik, que pretende aportar nuevas ideas, superadoras del obsoleto objetivo de meter a esa gentuza en la cárcel para reorientar las penas hacia la reinserción.

Mis propuestas, además, se basan en el artículo 25 de la Constitución, luego considero que estoy dentro de la legalidad y, por tanto, defenderé estas ideas con un soporte jurídico que ya quisieran muchos. Reproduzco el artículo en su punto segundo: "Las penas privativas de libertad y las medidas de seguridad estarán orientadas hacia la reeducación y la reinserción social y no podrán consistir en trabajos forzados. El condenado a pena de prisión que estuviere cumpliendo la misma gozará de los derechos fundamentales de este Capítulo a excepción de los que se vean expresamente limitados por el contenido del fallo condenatorio, el sentido de la pena y la ley penitenciaria. En todo caso, tendrá derecho a un trabajo remunerado y a los beneficios correspondientes de la Seguridad Social, así como al acceso a la cultura y al desarrollo integral de su personalidad"

Como soy muy moderna, ya digo, me opongo a toda pena de cárcel, que a mí no me gusta privar a nadie de su libertad. Lo que me gusta es que cada cual sea como es, esto es, que desarrolle de forma íntegra su personalidad. ¿A qué personalidades quiero darles ese privilegio?

Bien, por un lado tenemos a los islamistas éstos que querían volar aviones en pleno vuelo con explosivo líquido escondido en cocacolas. Por otro, tenemos a los incendiarios de Galicia, que llevan ya una semana echando mistos al monte porque les encanta el fuego.

De esos dos actores surge mi primera idea. Cuando hayamos detenido a suficientes incendiarios, llenamos varios aviones con ellos y luego les metemos como acompañantes a estos guerrilleros santos para permitirles que lleven a cabo su plan. Así, conseguimos que los susodichos guerrilleros desarrollen su personalidad suicida y asesina, a la vez que los incendiarios se marchan de este mundo de una forma acorde a su obra vital, rodeaditos de fuego, oiga.

Pero hay más sujetos que pueden combinar sus actuaciones en favor de un mundo mejor. Así, tenemos a los terroristas de Hezbolá, a los soldados del Ejército israelí y a los especuladores de los pueblos costeros españoles que cada día sodomizan la legislación vigente.

Como los terroristas éstos, por mucho que digan que adoran a Alá, al final siempre terminan sucumbiendo al gusto por los lujos y el placer, se les regala a todos ellos casilicios y hoteles construidos al borde de la costa. A los especuladores, por su parte, se les saca de la cárcel de Alhaurín y se les dice que vuelvan a sus casitas, venga, que somos buenos. Y finalmente, se llama a los israelíes, expertos en bombardear edificios civiles y se les dan las coordenadas adecuadas. Así, de paso, conseguiremos por fin que se derriben las casas construidas fuera de la legalidad, que parece que al Gobierno le da pereza hacerlo por sí mismo.

Y si me apuráis, se pueden encontrar elementos de mestizaje, de unión de mundos, ya que en la medida en que a los guerrilleros de Alá también les gusta estrellarse contra bienes inmuebles, sea en aviones o a cuerpo gentil, cabe la posibilidad de redirigirlos igualmente hacia esas construcciones aberrantes. ¡Mirad cuántas cosas en común tienen el mundo árabe e Israel! Qué majos, ambos destruyendo edificios codo con codo, colaborando, como buenos hermanos...