lunes, julio 17, 2006

 

Pequeños placeres

Convertirme en periodista fue una de las mayores gilipolleces que pude hacer en mi vida. Mi sueño de niña fue -después de ser veterinaria- convertirme en locutora de Radio 3 y tener acceso a infinidad de discos con los que deleitar a los oyentes sin necesidad de pasar por las tiendas contemplando las caras de espanto de los dependientes cada vez que les pedía algo que no fuese el último recopilatorio de Isabel Pantoja.

Por eso, tras pasar unos años en una emisora local de Almería con un par de programas de música electrónica y nuevas músicas, decidí estudiar esa lamentable carrera que, como digo siempre, si sirve para algo es para ganar con más frecuencia al Trivial... y poco más.

El problema de esos estudios es que están orientados hacia lo que se supone más importante: el periodismo político. No importa que el periódico más vendido en este país sea el Marca o que la gente solo sepa que el presidente es Zapatero y que Bono es ministro -ah, pero ya no es ministro Bono?!-... No, no importa. Nosotros somos más listos y nos formamos para ilustrar con nuestra sapiencia a ese vulgo iletrado... qué más da que empiecen a leer el periódico alrevés!

El caso es que esto significa que las prácticas y demás actividades formativas de la carrera no me permitieron ir acercándome progresivamente a mi sueño y, como mis apellidos son bastante vulgares y vengo de provincias, tampoco me fue posible aproximarme por canales alternativos, por más que lo intenté a base de currículums y alguna que otra llamada.

En consecuencia, terminé trabajando en una agencia de noticias en la otra punta del país donde, por supuesto, lo importante -digan lo que digan las encuestas del CIS y las ventas de periódicos- sigue siendo la política. En consecuencia también, acabé tan hasta las gónadas de lidiar con políticos mediocres colocados a dedo y de la calderilla miserable a la que llaman salario y de no saber nunca a qué hora iba a poder salir para tomarme una birra y de no estar dada de alta en la Seguridad Social, que decidí opositar, porque soy una vaga que aspira a trabajar ocho horas al día -y si hay que echar una más que sea pagada- y a poder comprarse un coche sin la ayuda de mamá.

Pese a ello, en la medida en que una necesita alimentarse y pagar piso, ahora sigo trabajando los fines de semana en esa misma empresa -que en el fondo me tienen cariño pese a haber mandado al jefe a tomar por culo en reiteradas ocasiones- y por la semana preparo las famosas oposiciones.

Aunque es un coñazo, de vez en cuando nos encontramos con perlas que nos dan el consuelo de poder contar anécdotas grotescas que nos permiten ser el centro de atención en cualquier fiesta. Los periodistas también necesitamos nuestros cinco minutos de gloria! Una de las muestras más habituales de estos divertimentos son los disparates toponímicos del Gobierno central -ya se sabe, Sanjenjo, Piedrahita del Cebrero, Jinzo de Limia...- pero en ocasiones la intensidad de las perlas aumenta.

Es el caso de la información que recibimos hace unas semanas de la Guardia Civil, en relación a un peregrino que intentando quemar las botas después de haber hecho el Camino de Santiago, terminó quemando un monte entero, el pedazo de gañán. La noticia en sí ya tiene su punto casposo... pero el de prensa de la Benemérita debía de tener el día gracioso y nos deleito con esto.
No sé quién será el autor de semejante paja mental, pero vayan de mi parte y de todos mis compañeros la más honda felicitación, porque con lo que nos pudimos reír nos alargó varios años la vida o endureció nuestros abdominales que ni los cacharros esos del teletienda. Si los periódicos estuviesen escritos así... igual hasta los leía.

Regurgitaciones:
Qué flamígero todo!!! Por primera vez en años, he tenido un arrebato de admiración por este cuerpo (el de la Guardia Civil, se entiende XD)
 
Si los de trafico tubiesen este sentido del humor....
Saludines!!!
 
jojojojojo... la potenjia!
 
"Los círculos de humo provocados por el ignífugo Gore Tex se disolvieron en el aire" xDDD
 
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