miércoles, abril 05, 2006

 

Sí, ¿qué pasa?

Leo en la medida en que mis maltrechos ojos de opositora me lo permiten, voy al cine cuando encuentro un hueco, soy adicta a los libros de la editorial Taschen y a todo lo bizarro que he descubierto a través de Jordi Costa. Tengo un par de gafas y ambas son de pasta, me encanta Woody Allen, adoro Los Simpson y Futurama, así como A Dos Metros Bajo Tierra. Visto camisetas de Mazinger Z y La Naranja Mecánica, decoro mis atuendos y mochilas con chapas... vamos, que a simple vista soy una cultureta hecha y derecha.

Lo que me jode es que esas formalidades llevan a la gente a pensar otras características de mi persona que no son ciertas, como que soy de izquierdas y que le saco significado al teatro éste independiente cuya esencia es en sí misma que los actores salgan en pelotas al escenario.

Pues no, hostia, no soy de izquierdas. No me sale de las gónadas que si yo me mato a currar alguien que se rasca la barriga cobre lo mismo que yo, ¡qué pasa! Me gusta la libre competencia y la productividad, la eficacia y la eficiencia... otra cosa es que los hijos de puta de los empresarios se aglutinen en macroconglomerados que se cargan esa competencia, esencia del liberalismo, y que pacten los precios del agua y de la luz.

Tampoco creo que la clave del libre mercado sea explotar a los trabajadores, pero claro, ya sabemos que la mayoría de los empresarios de este país no son capaces ni de enviar un email por si mismos, con lo cual es normal que eso de invertir en capital les suene a chino y que sigan creyendo que la única forma de ampliar márgenes es precarizando a sus empleados.

Y no, tampoco me gusta el teatro. Me aburre, ¡hostia! No hay movimientos de cámara, sobreactúan en dicción y gestos y normalmente, hacen cosas raras que no entiende nadie, fruto del ácido que se metieron cuando escribieron el 'guión' y luego dicen que quieren reflejar esto y lo otro. ¡Una mierda!

Por contra, hay otras cosas anti-culturetas que adoro y que dejan a la gente desencajada, como si les dijese que tengo la tiña. Sí, me encanta el fútbol. No cambio un buen partido de la Champions por una cena romántica. Ayer disfruté como una enana en un bar viendo el Villarreal con una colega y un par de cervezas. Me gusta gritar ¡penaltyyyyyyyy!, insultar al árbitro, cagarme en los italianos, que son unos asesinos y que ganen los equipos españoles.

Sí, y me emociono con las salidas de Fernando Alonso y con el himno sonando después de que gane una carrera. Y cuento los días que quedan para que empiece el mundial y jaleo a los españoles que van a las olimpiadas y si hay un compatriota en cualquier otro deporte del que ni tan siquiera sé las reglas, me lo trago igual. Igual que me trago los análisis en El Larguero.

Soy una cultureta maroma, porque a mí me da la gana y porque estoy hasta el gorro de que disfrutar de una cosa implique presuntamente que no puedes disfrutar de otra. A tomar por saco los arquetipos. Y como suba el Almería a Primera, me compro la camiseta y me la llevo a Silleda a hacer el examen de las oposiciones. ¡Coño ya!

Regurgitaciones:
Interesante... la dualidad del ser... si -aunque no me refiera a ti- se puede sonreir y seguir siendo un canalla...
 
Acabo de descubrirte, me gusta tu blog, seguiré por aqui.
 
3 puntos
 
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