lunes, abril 03, 2006
Dios castiga...
Mi madre siempre dice que Dios castiga y no da voces. También hay un proverbio chino que ora 'cuídate de lo que deseas porque puede que lo consigas'. Parece que la trascendencia oriental y la elocuencia materna se han conjurado contra mí, por gilipollas.
Hace tiempo que a este país llegó el destape y la modernidad. A tomar viento la represión, apareémonos todos sin pensar en mañana... así, llega una edad, a partir de los veintialgo, en que te enamoras al revés. Es decir, cuando eras una niñita que usaba cocos en el pelo, primero te empezaba a gustar alguien, tonteabas, la cosa se hacía insostenible en tu estómago y te declarabas para luego, en su caso, proceder a la plasmación física de ese sentimiento.
Ahora, en cambio, las cosas son al contrario. Primero te llevas a la cama a alguien y luego descubres cómo se llama, qué estudia, la música que le gusta, su número de teléfono... y puede que te enamores.
Bien, pues tiempo atrás, después del cataclismo, me dije: 'quiero una historia que empiece como antes'. Llamadme carca, pero es así como lo deseaba. Y oye, unos meses después, parece que el destino me está puteando, haciendo como que me hace caso. Pero claro, esto de los deseos cumplidos es como los chistes del genio de la mala leche, que te los concede, pero se aferra a la imprecisión con que los formulaste para reírse de ti y dejarte peor de lo que estabas antes.
Así pues, el genio de la mala leche ha conseguido que, efectivamente, vuelva a sentir algo... pero claro, por alguien que ni tan siquiera sé si está en mi acera y que al parecer se divierte devolviendo ambigüedades más ambiguas que las que yo le lanzo, bien porque no se percata, bien porque le va la marcha y le gusta verme sufrir al tiempo que sentirse alhagada.
Y así me tenéis, dopada con endorfinas y hormonas que me hacen sonreirle al sol por las mañanas, que me recuerdan la propensión que sufro a la acidez de estómago y que me llevan a romperme la cabeza pensando en qué le voy a meter en la cinta que le prometí. Pero tranquilos, estas historias siempre me salen mal y mi mala hostia volverá.
Hace tiempo que a este país llegó el destape y la modernidad. A tomar viento la represión, apareémonos todos sin pensar en mañana... así, llega una edad, a partir de los veintialgo, en que te enamoras al revés. Es decir, cuando eras una niñita que usaba cocos en el pelo, primero te empezaba a gustar alguien, tonteabas, la cosa se hacía insostenible en tu estómago y te declarabas para luego, en su caso, proceder a la plasmación física de ese sentimiento.
Ahora, en cambio, las cosas son al contrario. Primero te llevas a la cama a alguien y luego descubres cómo se llama, qué estudia, la música que le gusta, su número de teléfono... y puede que te enamores.
Bien, pues tiempo atrás, después del cataclismo, me dije: 'quiero una historia que empiece como antes'. Llamadme carca, pero es así como lo deseaba. Y oye, unos meses después, parece que el destino me está puteando, haciendo como que me hace caso. Pero claro, esto de los deseos cumplidos es como los chistes del genio de la mala leche, que te los concede, pero se aferra a la imprecisión con que los formulaste para reírse de ti y dejarte peor de lo que estabas antes.
Así pues, el genio de la mala leche ha conseguido que, efectivamente, vuelva a sentir algo... pero claro, por alguien que ni tan siquiera sé si está en mi acera y que al parecer se divierte devolviendo ambigüedades más ambiguas que las que yo le lanzo, bien porque no se percata, bien porque le va la marcha y le gusta verme sufrir al tiempo que sentirse alhagada.
Y así me tenéis, dopada con endorfinas y hormonas que me hacen sonreirle al sol por las mañanas, que me recuerdan la propensión que sufro a la acidez de estómago y que me llevan a romperme la cabeza pensando en qué le voy a meter en la cinta que le prometí. Pero tranquilos, estas historias siempre me salen mal y mi mala hostia volverá.
Regurgitaciones:
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Muchas veces me alegro de no ser un enano de esos Tolkien* cuando busco la media naranja...
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*Se supone que entre los enanos estos no hay diferencias visibles entre los dos sexos, por lo que la conquista amorosa se transforma en un arte de busqueda sutil...
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*Se supone que entre los enanos estos no hay diferencias visibles entre los dos sexos, por lo que la conquista amorosa se transforma en un arte de busqueda sutil...
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