jueves, marzo 16, 2006

 

Las verdaderas causas de la piratería

De verdad, eh, que estoy hasta el gorro de escuchar siempre la misma cantinela. Que si en la radio, que si en la tele... todos los curritos de este país somos unos viles seres que merecemos morir empalados porque estamos accabando con la economía. ¿Porque tenemos miles de millones de euros sumergidos entre negocios de prostitución y de tráfico de drogas? No, hombre, no, porque nos estamos cargando la industria y el cine con eso de descargarnos las cositas en la borriquilla.

Mira cómo lloran los hijos de puta éstos, míralos... arrimándose al hombro de ZP y demás ministrillos para contarles sus penas. Para pedirles que nos metan en el talego por descargarnos el videoclip de la Terremoto de Alcorcón. Lo curioso es que las puntas de lanza de este movimiento, además de plastas insufribles, me parecen tan repulsivos como 'artistas' que ni una vez en mi vida he hecho el esfuerzo, no ya de comprar sus discos, sino de meter sus nombres en el buscador de la mula. A saber: el ya citado Ramoncín, Luis Cobos, David Bisbal, Teddy Bautista... antes muerta que con sus 'creaciones' en mi disco duro, por favor!

Pero da igual. Yo solamente quería recordarle a esta panda de paletos las verdaderas razones por las que nos vemos obligados a piratear, bien música, bien películas. Vamos a ver, pedazo de gilipollas. Si tenéis que quejaros a alguien podéis empezar por la ministra de la Vivienda. Porque mira, en la infancia, cuando vivía en el lecho familiar, bien es cierto que acumulé una ingente cantidad de discos originales.

Cada cumpleaños, cada santo, cada ocasión posible, la aprovechaba para pedir discos y más discos. Me he pasado cientos de horas en tiendas de segunda mano para encontrarlos baratos y me he abstenido de escuchar a mis artistas favoritos hasta que tuviesen sus discos en serie media y poder pagarlos. He soportado que gañanes de tiendas Tipo, ante mis peticiones, contestasen cosas como '¿Kraftwerk?... eso es un grupo nuevo, no?'. Han pensado que era una nazi al preguntarles si tenían algo de Tangerine Dream, Klaus Schulze o Conrad Snitchzler... Aun así, con mucha paciencia, las estanterías de mi casa se fueron llenando poco a poco.

Pero ahora que vivo de la única forma que puedo, compartiendo piso con otras personas, dispongo para mí de una sóla habitación. Y mira, es que, literalmente, no me cabe ni un disco más, salvo que esté dispuesta a que pululen por el suelo. Tengo que pasar de las ofertas cojonudas de Subterfuge porque si comprase sus discos tendrían que vivir debajo de mi cama o en el cajón de la ropa interior. En cambio, si me descargo esos mismos discos que estaría dispuesta a pagar de no ser por el espacio limitado del que dispongo, me caben luego 60 en un fabuloso DVD.

Por tanto, si quieren culpables, que no vengan a jodernos a nosotros, ya que los melómanos somos las verdaderas víctimas de esto y no los músicos aburguesados que van de izquierdosos y tienen pisos en la Moraleja.

Y casi lo mismo se puede decir de los cines. A mí no me importa pagar cinco euros, que vienen a ser dos cervezas, por ver una película interesante en pantalla grande. Pero claro, si las pantallas vienen a ser poco más que mi monitor de 17", si los sillones apestan a lefa resesa y si a la par que veo una película puedo escuchar la de la sala de al lado... como que prefiero verla en mi casita... lo cual me obliga a descargarla, claro, porque donde no caben CDs, tampoco caben DVDs.

Así que nada, que no nos vengan con milongas y que arreglen lo que tienen que arreglar. Me voy a la biblioteca a estudiar... con el iPod a todo trapo y, sí, con toda la música de su interior: PIRATEADA!

Regurgitaciones:
Nena, hoy te mereces un altar!
 
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