miércoles, enero 04, 2006

 

Discriminación apestosa

Mismamente ayer tenía pensado escribir esto a lo que ahora procedo, pero como ya sabéis, un par de salacitas sáficas se cruzaron en mi camino obnubilando mi pensamiento, empañándolo lasciva y vulgarmente como los cristales del coche aquel en el que los protagonistas de Titanic copulaban ajenos al drama que les aguardaba.

El tema que iba abordar y al que ahora me dedico -con la tele apagada, eso sí- viene a colación de una noticia que leí ayer en ese periódico que es en sí mismo una verdad: El Mundo. Y digo esto, porque todos sabemos que el mundo es una mierda... aunque el país también está en condiciones similares, ya sabéis, que si se desmorona, que si vienen los rojos, las camisas azules... vamos, el abc de cada día... y no me digais que no tengo la razón...

Pues eso, que en las páginas de S(u)(o)ciedad me encontré con una noticia en la que se informaba a los lectores, en este caso una misma, de que en Texas, donde la matanza y el matarife, habían dictado una norma por la cual la gente que apestase a perros muertos tendría vetada la entrada a las bibliotecas. Por supuesto, en un mundo en que el problema está en llamarse o no nación o en el que se reforman constituciones porque los discapacitados -oh, milagro!- van a dejar de serlo, pues claro, ya salieron los defensores de la corrección política a decir que la norma era fea.

Y así estaba uno de la asociación de vagabundos de Texas -está claro que si no estás asociado a algo eres una piltrafilla- todo herido él en su corazón, porque claro, ahora los vagabundos no iban a poder ir a leer el BOE de los USA cada mañana, hábito prioritario de todo vagabundo, como bien sabemos.

El fulano en cuestión insistía en que se trataba de un claro caso de discriminación, así que supongo que tengo un punto más en mi abono de incorrección política si digo que estoy más que de acuerdo con la medida y que nada me gustaría más que su importación a España. Pero no sólo eso. Sino que en un arranque nazi, deseo con ardor que ahora que el humo del tabaco no taponará nuestras pituitarias como lo venía haciendo, la medida se expanda. Porque sí, muchos os las prometíais muy felices con un país sin cigarrillos, pero ya veréis como en breve esa falta de humo os permitirá inhalar en todo su esplendor el sobaco del albañíl que baja a la tasca a tomarse un chato con el bocadillo. Comprobaréis igualmente que por mucho devor-olor, aún existen personas a las que les cantan los pies y que todo cuanto se decía sobre la capacidad de absorción de las compresas era absolutamente mentira. No quiero decir nada del modo en que se ampliarán las percepciones cuando cojais un autobús... Pero en fin, eso, que pobres vagabundos, ¿no?

Regurgitaciones:
A mi la medida me parece perfecta, a ¿qué viene que cuando voy a ligar a una biblioteca me vengan a atufar unos pordioseros, antiguas personas venidas a menos? y no digamos cuando les huelen los bajos y no digo los pies...en fín, si quieren cultura, vale, pero a ver si se extienden las duchas en todos los comedores económicos, que aunque haya sequía, un litro para quitarse la mugre apestosa del cuerpo...
 
Me gusta tu estilo verborreico, incontinencia elegante verbal de elocuencia desmedida, escéptica y satírica.

Genial

Welcome
 
si Süskind levantara la cabeza te erigiría un altarcillo
 
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